domingo, 17 de junio de 2018

Para la historia de la literatura española 16

     
El movimiento ultraísta, único movimiento vanguardista español que pueda integrase con cierta personalidad entre las vanguardias históricas, tuvo pocos cultivadores y muchos menos libros.
    El mejor de esos libros es, sin duda, el de Guillermo de Torre, Hélices (1923), con portada que dibujó Rafael Barradas, ilustraciones de Norah Borges, la hermana de Jorge Luis y esposa de Guillermo, y un retrato de Vázquez Díaz. 
     
     El Ultraísmo se difundió, sobre todo, en revistas, Grecia, Vltra, Tableros, etc. y tuvo mucha significación en Sevilla, ciudad en la que, por cierto, lo descubrieron los hermanos Borges. 
  
      Allí en Sevilla, con algunas estancias en Madrid, vivía Isaac del Vando-Villar, que publicó y consiguió representar (gracias a la Condeda de Lebrija), en 1921, una comedia titulada Rompecabezas, también ilustrada por Barradas. Posteriormente, en 1924,
publicó un libro de poesía, con cubierta naranja en primera edición y morada en una teórica segunda, titulado La sombrilla japonesa, con un retrato también de Barradas, y poemas dedicados, entre otros, a aristócratas andaluces y a actores, a escritores vanguardistas o respetados por la vanguardia como Adriano del Valle, Antonio Espina, Gómez
de la Serna, Luis Mosquera, Federico García Lorca, a poetas ya indiscutibles como Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Valle Inclán, pero también a Eugenio D'Ors, Fernández Almagro, Ortega y Gasset o Alfonso Reyes.
     Esas dedicatorias demuestran las variadas inquietudes de quien fuera hijo de buena familia, culto, banderillero y anticuario.





domingo, 3 de junio de 2018

Para la historia de la literatura española 15

Entre los numerosos autores olvidados, o prácticamente olvidados, de la literatura española está el madrileño Enrique Gaspar (1842-1902). Se le suele citar como creador del teatro social español y algo hay de eso. No pueden dejarse a un lado sus piezas El estómago (1874) 0 Huelga de hijos (1893), aunque la más importante, que ha merecido incluso la atención contemporánea de la Asociación de Directores de Escena de España, que la reeditó en 1990, es Las personas decentes (1890). Daniel Poyán, quien más tarde sería catedrático de Literatura Francesa de la Universidad Complutense, hizo su tesis doctoral sobre el teatro de Gaspar y la publicó en la editorial Gredos con el título Enrique Gaspar. Medio siglo de teatro español (Gredos, 1957, 2 vols.).

Resulta sumamente interesante que Gaspar redactase a la vez, en la ciudad francesa de Oloron, donde ejercía como cónsul, una obra dramática y una novela. No se trata, por lo tanto, de una adaptación de la novela al teatro, como harían Zola, Pereda o Pérez Galdós, entre otros, sino que necesitó de los dos géneros para reflejar el mundo que le interesaba.

La novela tiene una cubierta extraordinaria, incluso para una época en la que las encuadernaciones de los libros de consumo burgués eran estupendas.                                                                                          

También bellísima había sido la cubierta del volumen de novelas publicado en 1887, en el que se incluye El anacrópete, una novela de ciencia ficción en la que se describe una máquina del tiempo. En el mismo volumen se encuentra un Viaje a China, que atraería la curiosidad de muchos lectores cuando los temas orientales estaban de moda en Europa. Hay que tener en cuenta que Enrique Gaspar viajó por Oriente, ya que fue cónsul de España en varios lugares, como Macao o Hong-Kong.

 

Al autor de la portada le interesó más, como puede comprobarse, el tema oriental que la ciencia ficción.